La alegría, la tristeza, la rabia y el miedo son emociones básicas a partir de las que se derivan todas las demás emociones y sentimientos. Estas emociones pueden resultar agradables o desagradables pero nunca son negativas. Porque cuando se utilizan bien son útiles para afrontar las diferentes situaciones de la vida.
El miedo nos permite estar alerta ante situaciones de peligro ya que nos ayuda a prestar mucha atención para protegernos de las amenazas cuando la situación lo requiere. La rabia nos permite defendernos contra una agresión física o emocional pero, cuando se gestiona bien, sobretodo nos ayuda a buscar reparación y justicia. La tristeza nos permite entrar en un proceso de duelo y de aceptación de una nueva realidad ante una pérdida. Finalmente la alegría nos hace disfrutar del bienestar que nos aporta la vida, nos lleva a compartir y nos motiva a seguir hacia nuestros objetivos y metas.
Todas ellas son necesarias, aunque desde pequeños se acostumbra a prohibirnos ciertas emociones que se consideran negativas o inapropiadas. Por ejemplo, durante la infancia y la adolescencia a los hombres con frecuencia no se les permite expresar la tristeza o el miedo; cuando un niño esta triste o llora puede recibir mensajes como “lloras como una niña”, “los hombres no lloran”, “ tienes que ser valiente, el miedo es para los cobardes”, etc. Todo esto lleva a que con el paso de los años los hombres tiendan a dejar de expresar la tristeza y el miedo, para canalizar su dolor y sus miedos a través de otras emociones como la rabia, emoción que sí se les ha permitido.
Esto podría ser una posible explicación al maltrato de género, en el que algunos hombres que no saben gestionar su tristeza o su miedo expresan rabia, sea con violencia verbal o física. De la misma forma, a muchas mujeres desde pequeñas se les prohíbe expresar rabia, lo que contribuye a que, con el tiempo, tengan más dificultades para revelarse contra aquellas cosas que les hacen daño o que son injustas para ellas. No obstante, todos estos aspectos se pueden tratar desde la Psicoterapia basada en Inteligencia Emocional.
Dra. Nathalie P.Lizeretti
Directora del Centro de Investigación, Formación y Desarrollo de la Inteligencia Emocional, CIDIE.
Fundación Ramón Rosal