
Te propongo un ejercicio. Imagínate durante unos minutos que estas a punto de empezar una salida, observa si estas solo o acompañado, que ropa llevas y que traes contigo. Vas a emprender un viaje hacia la cima de una montaña, allí arriba hay un objetivo que te gustaría conseguir. Observa desde la lejanía como es este objetivo, lo puedes transformar en un símbolo, una palabra, un objeto, etc. Así que prepárate para emprender este viaje. Va a ser un viaje donde te vas a encontrar caminos fáciles, pero también difíciles, algunos obstáculos, gente que te anima, gente que te pone trabas…. Pero tu solo tienes un objetivo, llegar hasta la cima. Así que dedica unos minutos a visualizar este camino y observar todos y cada uno de los detalles que van apareciendo. Cuando llegues a la cima observa cómo te sientes, mira bien este objetivo, como ha sido alcanzarlo. Mira hacia atrás y date cuenta de todo lo que has hecho y has conseguido para llegar hasta aquí.
¿Revelador verdad?
En la psicoterapia cada vez hay más interés por las técnicas de fantasía guiada, tanto para su diagnóstico como para su tratamiento. Esto es debido a que este tipo de técnicas de imaginación y fantasía han demostrado ser una gran fuente de información diagnóstica, generan cambios en el “aquí y ahora” y nos ayudan a aflorar material no consciente o explorar aspectos desconocidos (Rosal, 2002, p.334).
Como hemos visto en el ejercicio anterior, estas técnicas son muy reveladoras y nos pueden ayudar a descubrir muchas cosas de nuestro interior facilitando el autoconocimiento y consecuentemente, fomentando una mejor gestión de nuestras emociones.
Hoy os presentamos otra técnica de fantasía guiada, la Fantasía del Rosal (Stevens, 1976; adaptación Lizeretti, 2009; 2012). Es una técnica que llevamos muchos años utilizando desde nuestro modelo de Terapia Basada en Inteligencia Emocional (TIE) (Lizeretti, 2012) y que hemos podido validar su eficacia científica en distintos grupos de población (para más información véase “La técnica del rosal como diagnóstico emocional en poblaciones específicas”).
Consiste en una técnica de origen gestáltica de fantasía guiada originaria de Stevens (1976) que enfatiza en el darse cuenta o awarness como agente curativo. Pero que en la adaptación de Lizeretti (2009; 2012) además permite un trabajo creativo con la dimensión emocional a fin de identificar las necesidades básicas asociadas a estados emocionales particulares y ofrece estrategias efectivas para el desarrollo de la Inteligencia Emocional. Permite captar el sufrimiento de una manera más auténtica y pura de lo que lo harían los test psicométricos y permite acceder a información que es muy difícil obtener de otra manera, o se tardaría mucho tiempo.
¿Pero que significa darse cuenta o awarness?
El darse cuenta significa tomar consciencia, estar alerta de lo que pasa dentro de mí o de lo que sucede en mi entorno. Despertar y hacer visible todo aquello que aúna en nuestro inconsciente. El darse cuenta de cómo está uno mismo en el momento presente, en el “aquí y ahora”, el darse cuenta de querer cambiar o detener algo de mi que me desagrada. Como afirma Stevens (1976), “aprender a soltar, a vivir y a fluir con las vivencias y el transcurso de los acontecimientos, utilizar esta herramienta para explorar la vida, simplificar y clarificar nuestros problemas y confusiones, nos ayudará a descubrir nuestras propias respuestas, lo que realmente queremos”.
La Técnica del Rosal desde el modelo TIE.
Esta técnica tiene como objetivo principal identificar la emoción vital básica a través de la fantasía y del dibujo, así como aspectos inconscientes de la personalidad (Lizeretti, 2012).
El procedimiento de la técnica empieza con una breve relajación y posteriormente con un ejercicio de fantasía guiada. A continuación, se realiza un dibujo y una descripción del rosal y sus principales características. Seguidamente se procede a la interpretación del dibujo, donde se identifican las emociones principales que les ha generado el dibujo, que dan lugar a la emoción parásita, y la emoción que sentirían si fueran ese rosal, que daría lugar a la emoción prohibida. También se analizan otros aspectos relevantes del dibujo, como las necesidades básicas en torno a las que se construye la personalidad y el problema, síntoma o transtorno. Al igual que en otras técnicas proyectivas, la interpretación se basa en la lógica emocional y el sentido común.
Desde esta perspectiva, el tipo de emociones y las necesidades asociadas a cada emoción son fundamentales para entender y comprender nuestro mundo emocional. En el artículo ¿Qué son las emociones?, te explicamos con mayor profundidad todos estos conceptos. Esta técnica se aplica en las primeras sesiones de terapia porque además de aportar una gran información al proceso de diagnóstico emocional, también nos permite conocer el tipo de intervención que se llevará a cabo durante el proceso terapéutico, un proceso donde todos los participantes son activos y de este modo se facilita el propio cambio y, en el caso de la terapia grupal, el del resto del grupo también.
Validación de la técnica en poblaciones específicas.
Como hemos comentado anteriormente, en el artículo “La técnica del Rosal como diagnóstico emocional en poblaciones específicas” (Garcia y Lizeretti, 2017) publicado en la Revista de Psicoterapia se analizaron diferentes poblaciones. En el primer estudio, se compararon personas con Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), Agorafobia y Depresión. En el segundo estudio, se comparó una muestra de población infantil como grupo control y un grupo de menores tutelados.
Para llevar a cabo la validación del proceso de interpretación se siguieron los siguientes pasos: establecer categorías de los elementos del dibujo (tamaño, ubicación en la hoja, trazo, color, etc), de los elementos del rosal (raíces, tronco, espinas, hojas, flores y ramas) y de los elementos del entorno (árbol, casa, maceta, montañas, sol, nubes, etc.). También se analizó y recogió la emoción auténtica y parásita de cada participante. Finalmente se sistematizaron las categorías en diferentes variables con el objetivo de encontrar resultados lo más fiables posibles para su diagnóstico. Todo el proceso de sistematización de datos y su análisis fue realizado por diferentes profesionales formados en diagnóstico emocional y en Terapia Basada en Inteligencia Emocional. Como procedimiento para la estimación de la fiabilidad de las categorías se utilizó el método de evaluación interjueces (alpha > ,8).
Algunos de los resultados más significativos del estudio fueron los siguientes;
Estudio 1
Cuando comparamos los grupos diagnósticos observamos que las personas con depresión presentaban tristeza como emoción parásita y las personas con ansiedad miedo. Estos resultados coinciden con los criterios diagnósticos establecidos según los manuales utilizados (DSM y CIE).
Pero resulta interesante observar que cuando se analizó la emoción auténtica, es decir, aquella que se prohíbe y que subyace al trastorno, los resultados fueron que el miedo era la emoción más prevalente en la depresión y en el TAG, en cambio, en las personas con agorafobia fue la rabia.
Por tanto, contrariamente a lo que se cree, los pacientes con ansiedad tienen como emoción prohibida la rabia y los pacientes con depresión el miedo. Este dato puede ser de especial relevancia no solo para la explicación y la comprensión del proceso emocional en diferentes psicopatologías sino para una adecuada intervención basada en la satisfacción de las necesidades vitales de la persona.
Estudio 2
Los menores tutelados presentaban rabia como emoción parásita y utilizaban menos recursos que el Grupo Control, lo que viene indicado por un entorno desnutrido u hostil. Estos indicadores confirman el malestar general que presentan y la dificultad que tienen para gestionar sus emociones como consecuencia de todos los cambios y pérdidas que han sufrido a edades tan tempranas.
En la mayoría de casos provienen de entornos negligentes y de maltrato, de familias desestructuradas donde han quedado desatendidas sus necesidades básicas tanto físicas como afectivas. Este entorno hostil puede provocar en el menor una inestabilidad emocional que frecuentemente se manifiesta a través de conductas agresivas, de descontrol o de dificultad para mantener relaciones sanas. De hecho, diferentes autores señalan la alta prevalencia de trastornos emocionales y conductuales entre estos menores (e.g., Del Valle, Saneiro & Bravo, 2011).
Resultados comunes
En ambos estudios el grupo control formado por población general presentaba alegría como emoción parásita. Esto puede deberse a la necesidad de la persona de satisfacer las expectativas del entorno, buscando continuamente el bienestar subjetivo, la satisfacción vital y la felicidad.
El grupo de menores que sufría algún tipo de abuso, y las personas con depresión dibujaron el rosal con colores poco fieles a la realidad. Este descubrimiento podría ser interesante para la detección de síntomas de depresión en edades tempranas.
En relación a la variable género, los hombres que mostraban rabia como emoción parásita, dibujaban más espinas en el rosal y ninguna hoja. En cambio, las mujeres que presentaban tristeza, no dibujaban espinas, pero si hojas. Las hojas son elementos de intercambio con el entorno y suelen indicar las capacidades comunicativas de la persona. Las espinas son las defensas que pueden ser elementos de protección o de defensa. Resulta interesante ver como estos resultados coinciden con los aprendizajes emocionales recibidos a través de nuestra cultura (Garcia y Lizeretti, 2017).
En relación a la emoción parasita, en ambos estudios, la alegría se presentaba de forma afable, la tristeza en forma de vacío, y el miedo y la rabia se presentan de forma hostil. Aunque en los menores el miedo aparecía de forma más agresiva y en los adultos en forma de protección. También pudimos comprobar que la forma como dibujan el entorno puede ser un indicador significativo para identificar la emoción parásita en torno a la que se construye el problema.
En cuanto a la emoción auténtica ambos estudios coinciden en que las personas con miedo parásito sentían rabia como emoción autentica, los que expresaron tristeza presentaban miedo auténtico y los que expresaron rabia sintieron miedo. En este sentido, podemos fundamentar lo importante que es el poder identificar las emociones auténticas para poder satisfacer las necesidades emocionales y contribuir a un mayor bienestar (Lizeretti, 2012).
Podemos concluir que esta técnica nos ayuda a identificar las diferencias entre las emociones parásitas y auténticas, así como la forma de protegerse del entorno, confirmando algunos de los sesgos culturales más frecuentes en nuestra cultura emocional. Pero también hay indicios de que constituye una técnica válida para detectar diferentes formas de abuso, así como diferentes psicopatologías.
Podemos concluir que las técnicas de fantasía guiada como la del rosal no solo nos ayudan a comprender mejor nuestro mundo interior y lo que hay dentro de él, sino que también nos aportan una valiosa fuente de información diagnóstica. En nuestros cursos y formaciones de máster y postgrado, se ofrece la oportunidad no solo de conocer en profundidad diferentes técnicas y estrategias de inteligencia emocional, sino también experimentar este tipo de técnicas en uno mismo para un mayor autoconocimiento emocional y crecimiento personal.
Núria Garcia. Coordinadora del área infantil y de personas con discapacidad intelectual
Nathalie Lizeretti. Directora de CIDIE Fundación Ramon Rosal