Entrevista sobre acoso escolar o bullying realizada por Núria Flores Bonell de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) a la psicóloga Núria Garcia Gonzalez de CIDIE Fundación Ramón Rosal.
¿Me podrías hacer una descripción de tus estudios y de la tarea que realizas como psicóloga? ¿Podrías definir también, en qué centro trabajas?
Soy psicóloga y psicoterapeuta infantil y estoy especializada en psicoterapia integradora humanista y en inteligencia emocional. Además, me dedico al ámbito de la investigación y mis líneas de investigación son la inteligencia emocional en diferentes trastornos psicopatológicos infantiles, la validación de la Terapia Basada en Inteligencia Emocional en niños y en personas con discapacidad intelectual y la validación de procedimientos y técnicas de psicoterapia (ej.: validación empírica de la técnica del Rosal en poblaciones específicas).
Coordino todo el área de psicoterapia infantil y juvenil y de personas con discapacidad intelectual de CIDIE Fundación Ramón Rosal. Desde el centro también llevamos a cabo másters y postgrados de Inteligencia Emocional en el Ámbito social y de la salud así como cursos y talleres para desarrollar la propia inteligencia emocional, tanto para niños como para adultos. Para nosotros es muy importante validar empíricamente todo lo que hacemos a nivel de intervención.
Y ya entrando en materia, ¿qué es exactamente el bullying?
Haciendo un resumen muy genérico, el acoso escolar o bullying, es un tipo de maltrato físico, verbal o psicológico que se da de forma reiterada entre estudiantes y que tiene lugar tanto en la escuela como fuera de ella, así como en las redes sociales (ciberbullying).
Se caracteriza por el abuso de poder de forma reiterativa del agresor hacia la víctima. Este agresor puede ser una persona o un grupo de personas que acosan a una víctima.
La víctima puede mostrar rechazo o pánico a ir a la escuela, tristeza, ansiedad y, en el peor de los casos, ideación o actos suicidas.
¿Cuáles son a los principales factores que lo motivan?
Antes de contestar a tu pregunta es necesario entender el proceso emocional desde la Inteligencia Emocional.
Todo proceso emocional se inicia por un estado de desequilibrio que se produce debido a cualquier situación interna o externa, que puede provocar una experiencia vital agradable o desagradable. Para poder recuperar el estado de equilibrio, hay que satisfacer una necesidad vital básica (Lizeretti, 2009). Así pues, la persona sentirá una emoción básica que la motivará a determinadas conductas orientadas a satisfacer una necesidad específica.
Por ejemplo, ante una situación de peligro nuestra motivación innata será huir, defendernos o paralizarnos para protegernos del peligro y poder sobrevivir, sintiendo la emoción del miedo auténtica. Ante una situación de agresión nuestra motivación innata será la defensa para hacernos respetar (emoción de la rabia auténtica). En estos dos ejemplos nuestra experiencia emocional y lo que expresamos concuerdan y, por tanto, estamos satisfaciendo de forma adecuada nuestra necesidad vital básica.
Sin embargo, cuando tenemos una emoción prohibida o bloqueada, toda la energía irá dirigida hacia otra emoción, que llamaremos emoción parásita. Por ejemplo, ante una agresión, en lugar de defendernos y hacernos respetar, nos quedamos paralizados y no hacemos nada, utilizamos el miedo (emoción parásita) en lugar de la rabia (emoción prohibida). Cuando esto ocurre muy a menudo, el proceso emocional queda abierto y, por lo tanto, entramos en un estado de insatisfacción crónica. Esta insatisfacción la intentamos satisfacer con necesidades compensatorias (ex: comer compulsivamente para cubrir un malestar).
Por tanto, en relación con la pregunta que me planteas, la motivación principal se basa en satisfacer una necesidad vital básica insatisfecha (sentirse reconocido, atendido, protegido, fuerte, etc.), pero la forma en que buscamos esta necesidad no es la adecuada, debido a una emoción prohibida o bloqueada. En el caso del agresor, utiliza la rabia parásita como vía de afrontamiento de problemas, y en el caso de la víctima, el miedo parásito.
¿Cuáles son las causas de esta conducta que desarrollan los/las agresores/as?
Siguiendo el planteamiento anterior, las personas agresoras suelen tener mucha inseguridad. Una manera de desfocalizar sus inseguridades es a través de conductas externalizantes (es decir, si yo ataco, a mí no me atacarán… al final es un mecanismo de defensa muy primario).
En relación a la víctima normalmente observamos generalmente perfiles de personalidad Clúster C (dependientes, evitativas, obsesivas), pero la manera de gestionar las situaciones es de forma internalizante.
Las causas en ambos casos pueden ser varias, quizás en el caso del agresor observamos más falta de límites (con mensajes emocionales como «no crezcas») o de falta de atención en casa (no tanto atención asistencial, sino más bien falta de atención afectiva). En los casos de la víctima puede haber más sobreprotección que dificultan a veces la autonomía del niño ( «no hagas» o «no pienses» porque ya lo hago por ti, «vigila», no te hagas daño). También se observan diferencias significativas en base a la gestión emocional (cómo afrontan los problemas).
¿Qué consecuencias, a corto y largo plazo, se pueden observar en las tres partes implicadas de esta situación? Como tres partes mencionamos el agresor/a, víctima y observador/a.
Desde la teoría de Berne del Análisis transaccional, se entiende el bullying como un juego psicológico en el que juegan diferentes partes:
Agresor/a: necesita que le teman. Infravalora las capacidades, necesidades y poderes de los demás y sobrevalora sus propias necesidades y deseos y su poder.
A corto plazo si no se toma conciencia de este funcionamiento desadaptativo, la persona no es capaz de hacer frente a los problemas y conflictos de forma adecuada, no está satisfaciendo sus necesidades reales, por lo que el proceso queda abierto generando a largo plazo mucho malestar. Los problemas psicológicos relacionados son los trastornos antisociales y psicopáticos (problemas de conducta, etc.)
Víctima: necesitan que la humillen. Infravalora sus capacidades y poder y sobrevalora las capacidades, necesidades y poderes de los demás. La víctima utiliza el miedo para defenderse en lugar de la rabia. Blanco fácil para el abuso de poder y el maltrato. Si se continua con esta dinámica de no defender sus derechos y su integridad, a larga pueden aparecer otros problemas relacionados como la depresión, ansiedad, etc., así como un alto riesgo de ideación suicida.
Observador/a o espectador/a: Necesita que la aíslen. Infravalora su capacidad y deber, la justicia, etc… Sobrevalora sus intereses y la ley como única fuente de creación de obligaciones. Esta posición es quizás la más difícil de detectar e intervenir. La figura del/la espectador/a tiene que ver con la «no responsabilidad social», es decir, no hacerse cargo de lo que no me pasa a mí en primera persona. A largo plazo está relacionada con problemas como el trastorno límite de la personalidad (TLP), aspecto preocupante ya que cada vez estamos normalizando y se está acentuando estos perfiles en nuestra sociedad.
Otra observación significativa es que normalmente en la terapia acuden perfiles «agresores» y «víctimas», pero no «observadores/espectadores». La víctima normalmente viene como motivo de consulta de «víctima de acoso». El agresor normalmente viene con motivo de «problemas de conducta o de control de impulsos», «dificultad de gestión de los conflictos», etc.
¿Qué papel crees que debe tener la institución educativa y familiar en esta situación?
Muy importante y muy activo. Creo que el trabajo en red se realiza, cuando se detecta un caso de bullying enseguida se activan protocolos de actuación desde la escuela o instituto conjuntamente con el EAP, la familia y otras partes implicadas (como CSMIJ o psicólogos privados, como en mi caso).
Sin embargo, el problema normalmente se detecta tarde y las consecuencias son más graves y más difíciles de abordar.
Creo que se debería focalizar más en estrategias de prevención efectivas, ya que falta conciencia social, sensibilizar mucho a la población, sobre todo a las familias, en las que observamos muchas dificultades para gestionar las situaciones en las que se encuentran. Lo mismo pasa a veces con los centros educativos, que muchas veces se hace complicado el abordaje por falta de recursos.
También es necesario poder enseñar al alumnado a desarrollar su propia inteligencia emocional con el fin de incidir en un mayor autoconocimiento, mejorar su autoestima y autoconfianza y lograr relaciones interpersonales mucho más sanas.
Asimismo, es fundamental el trabajo con las familias y el profesorado. Continuamente estamos expresando la importancia del desarrollo de las habilidades emocionales de los niños y adolescentes, pero no somos conscientes que para que nuestros infantes puedan fomentar estas habilidades emocionales es importante que nosotros (familia, profesores y cualquier persona que acompaña a los menores), también podamos hacer este trabajo de crecimiento a nivel emocional.
¿Qué terapia llevas a cabo con los usuarios con los que trabajas?
Desde nuestro centro trabajamos con un modelo propio, la Terapia basada en Inteligencia Emocional. Es un modelo propio centrado en la persona y con el objetivo principal de desarrollar las habilidades para identificar, tomar conciencia, comprender y gestionar las emociones.
Los estudios indican que las personas con una alta IE tienen más empatía, mejores relaciones personales y más satisfacción social. Las personas con una baja IE tienen más baja salud mental y comportamientos más agresivos.
¿Cómo llegan estos adolescentes en tu consulta? Derivados del centros escolar o la familia y / o tutores legales?
Siempre vienen las familias, muchas veces derivadas por los centros educativos.
¿Hay trabajo en red con el centro educativo y/o el Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil?
Sí, normalmente con el centro educativo siempre se hace trabajo en red. Se realizan reuniones periódicas más o menos continuas dependiendo del caso y de la gravedad del problema.
Con el CSMIJ cuesta más poder hacer este seguimiento, aunque en casos específicos sí que se trabaja de forma conjunta. Cabe decir que la mayoría de menores que vienen a consulta no tiene diagnóstico desde CSMIJ.
¿Crees que el bullying es un tema de actualidad en nuestra sociedad?
Es un problema presente que debemos tener en cuenta y que debemos abordar de forma interdisciplinar. El bullying cada vez es más frecuente y cada vez se presenta de formas más diversas y con más dificultad para gestionar y abordar, como en el caso del ciberbullying. El aumento de las nuevas tecnologías está generando cada vez más dificultades en las relaciones sociales, dificultades personales, problemas psicológicos, y sobre todo un grave problema social.
Dada la importancia que tienen nuestras emociones en nuestra salud física y psicológica insistimos en la necesidad de aprender a gestionar nuestras emociones para poder hacer frente a cualquier dificultad que se nos presente. Por ello, fomentar nuestras habilidades emocionales a través de talleres, cursos, o un proceso psicoterapéutico orientado a desarrollar nuestra inteligencia emocional nos puede ser de gran ayuda.